Transición energética y transición productiva
Colombia avanza en transición energética con políticas como el CONPES 4129, pero se queda corta frente a la urgencia global. Sin reformar el sistema de regalías (para crear un fondo soberano) ni agilizar empresas mixtas estratégicas, el país arriesga su estabilidad fiscal post-petróleo. ¿Actuará a tiempo o repetirá errores históricos de dependencia de recursos no renovables?
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Nicolás A. Rojas Pardo
6/12/20254 min read


Una de las de las grandes banderas del actual gobierno, cuando inicio su mandato, fue la transición de la dependencia de hidrocarburos como base de la economía y hasta cierto punto, el gobierno nacional ha cumplido esta promesa con el CONPES 4129 de reindustrialización. Como las comunidades energéticas o el programa de paneles solares para los pequeños comercios, entre otras políticas que se han venido desarrollando, u otras iniciativas como la creación de la empresa Ecominerales (empresa estatal para la explotación de minerales), que actualmente se encuentra atorada en su trámite legislativo.
Aunque es un gran avance lo logrado, el país se está quedando corto con los esfuerzos y su proyección en el tiempo, en parte porque parece ser que los candidatos presidenciales están desconectados de la realidad económica e internacional.
Porque la transición no es un capricho del presidente, es una acción estratégica y casi que obligada para el país; porque a medida que el mundo transite a una menor dependencia de los recursos fósiles, su demanda ira bajando generando un efecto negativo sobre nuestra balanza comercial y la economía en general.
Esto lo han entendido la mayoría de los países petroleros. Ahí tenemos el ejemplo de Arabia Saudita y su mega esfuerzo por diversificar su economía con proyectos de inversión financiados por la renta petrolera. En la misma línea está el caso catarí y de los Emiratos Árabes Unidos o ejemplos más sofisticados como el noruego, por medio de la financiación de inversiones en empresas de diferentes sectores usando su fondo soberano que se alimenta de las rentas petroleras.
En ese campo, Colombia está todavía quedada en parte porque Ecominerales no ve la luz, a pesar de ser una necesidad estratégica para que Colombia pueda sustituir la renta de Ecopetrol por la renta de explotación de minerales; no solo algo esencial para la salud fiscal del país en el mediano plazo, sino también porque se requiere poder garantizar una participación en los mercados estratégicos de minerales que se están desarrollando a consecuencia de la transición energética.
Tampoco se ha planteado la modificación del sistema general de regalías y por ende seguimos bajo el esquema de aprovechar unas regalías que se conciben como un ingreso permanente que se puede usar para inversiones sociales y no como una fuente de recursos transitorios decreciente y que se requiere para financiar las inversiones para el crecimiento de otros sectores de la economía.
En el fondo, Colombia tiene que estar pensando en modificar el sistema general de regalías para dedicar un porcentaje mayor que el actual 4% para el ahorro, para poder constituir un fondo de inversión soberano como el noruego. Un modelo que cumpla las funciones de servir de capital barato para financiar inversiones de las empresas vía mercado accionario, pero también como un mecanismo para que el gobierno obtenga una fuente de ingresos que sustituya las rentas petroleras por rentas de dividendos accionarios y con el tiempo, ir ampliando la bolsa de recursos que se pueden destinar para inversión social de los municipios, que es la función que cumple el actual sistema de regalías.
Pero no solo basta con crear un fondo soberano como el noruego porque a diferencia de nación nórdica, que lo tiene en funcionamiento desde la década de los 60’s y actualmente tiene un capital gigante (el de Colombia sería más chico); sino también redirigir un porcentaje de los recursos de las regalías a obras de infraestructura de carácter nacional, esenciales para dinamizar la economía nacional y, por ende, la de varios departamentos tales como la navegabilidad del río Magdalena, o el canal seco ferroviario del Chocó para conectar el Atlántico y el Pacífico, esencial para recuperar parcialmente el activo geopolítico y económico que se perdió con Panamá.
Si no podemos redirigir un porcentaje importante de los 29 billones de pesos del presupuesto bianual de regalías para obras de gran impacto nacional, en las actuales condiciones fiscales del gobierno nacional, no le será posible gestionar las inversiones necesarias para el desarrollo del país. Ya que el gobierno está en un déficit fiscal crónico que imposibilita las inversiones en obras públicas y sin ellas, dislocar la economía del petróleo será casi imposible. De esta manera solo estaremos esperando la caída de las rentas petroleras a mediados de este siglo, lo que dejaría sin recursos a los entes territoriales.
Pero aparte de modificar el sistema general de regalías, darle viabilidad financiera a largo plazo a las inversiones sociales de los entes territoriales y dinamizar la economía sin que éstas dependan del mercado petrolero (que entrará en declive a medida que el mundo migre a energías no fósiles); también es necesario modificar el esquema de creación de empresas mixtas (publico-privadas) en sectores estratégicos. Porque el esquema de trámite legislativo actual es tan largo y extenuante que no logra dar respuesta a las necesidades del país.
Es decir, que el proceso de creación de empresas mixtas se parezca más al trámite de las comisiones interparlamentarias de crédito (las que aprueban la deuda pública), que a un tramite ordinario de la ley, este es el secreto del desarrollo industrial de China. Mas un mecanismo simplificado de compras estatales para empresas públicas y mixtas (dado un porcentaje importante del capital accionario del estado de las mismas), sin necesidad de licitación, al ser una empresa estatal el proveedor del propio Estado. Este no es solo el secreto chino sino la estrategia de reindustrialización alemana en el periodo de entre guerras.
Porque si se define, por ejemplo, que el sector farmacéutico es un sector estratégico, el gobierno puede ofrecer a las empresas privadas del mismo, entrar como accionista; poniendo el capital de inversión y garantizando la compra de un porcentaje de los medicamentos producidos, de esta manera se pueden desarrollar sectores estratégicos para la nación y acelerar el crecimiento de los sectores no petroleros.
Ahora la pregunta es: ¿Será posible que la agenda política vuelva a poner este tema central para el país? O nos quedaremos esperando que el futuro llegue y nos coja con los pantalones abajo, a pesar de que vemos el desastre inminente de mediados de siglo XXI, como ya nos pasó en el siglo XIX con el colapso del mercado del oro por el agotamiento de las vetas coloniales.
Nicolás Rojas Pardo
Análisis macroeconómico y asesoría en políticas ambientales, políticas fiscales y legislativa.
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